5 de julio de 2005
Libertad por Carlos Cebrián

Siempre he creído en la libertad de expresión, y creo, además, que nunca dejaré de creer en ella, porque yo creo en toda especie de libertad, en toda. Pero ello no excluye que piense que NO todas las opiniones son tolerables, es más, algunas de ellas me parecen deleznables, conspicuas, viles, demagógicas. De esta guisa hay muchas opiniones, hoy en día, a efectos, por ejemplo, de la regulación o legislación del matrimonio homosexual, o para más INRI, incluso, doctas opiniones acerca de la misma condición homosexual, que si patología, que si vicio... De otro lado están las payasadas disfrazadas de opinión como las que escriben muchos columnistas aquí y allá. Majaderías con aspiración de gracia, que maldita la gracia que tienen, o en su caso, auténticas barbaridades con intención de herir y menoscabar la dignidad de los homosexuales.

Me da pena que a estas alturas vuelvan a surgir estos enfrentamientos, que por otra parte, en nuestra sociedad están bastante diluidos. Que algunos nos digan que se está enfrentando a la sociedad por legislar el matrimonio homosexual no deja de ser otra payasada. Si no queremos que se dejen su testiculina masculina en el perchero, tampoco queremos que empiecen a probar como se da y se toma por detrás, no queremos obligarles a ello, queremos que dejen de darnos por culo ¡ya!, que parecen expertos, queremos que respeten nuestros derechos, esos derechos civiles que tanto tiempo se nos han negado. Un matrimonio siempre es válido si es civil, nada tiene que ver en ello la etimología o la religión o su supuesta moral. Se trata, insisto, de derechos civiles, los mismos que tienen Vds. en su matrimonio o unión conyugal “convencional”, nada más, no les obligamos a tolerarnos, ni a respetarnos filosófica o moralmente hablando, les exigimos que nos dejen en paz, legalmente, les exigimos que sepan respetar la ley, sea de nuevo cuño o no, a nada se les obliga, sigan pensando y opinando lo que les venga en gana, nos da igual. En nada les ofendemos, ni les crispamos, si hacemos uso de nuestros derechos al cumplimentar nuestras uniones afectivas con el matrimonio civil.

De hecho, yo estoy unido convencionalmente, pareja de hecho genuina y natural como algún majadero dice por ahí, aunque quizá por no estar bendecida mi unión por la santa madre iglesia , soy tan pecador como los homosexuales ¿no?

Va contra Vds, -ya saben quienes son- Pueden llamarme, desde hoy, maricón, inmoral o lo que quieran, me da igual. Me uno a ellos, los homosexuales, hombres y mujeres.

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