15 de abril de 2005
Un espanyolito en Bélgica Cap. 5: Destino Polonia, concentración y exterminación por Jaume Quiles

Desde Bélgica me plantee la posibilidad de hacer una visita a Polonia. Mi destino Cracovia. Varsovia, la capital, tiene poco para ver, es una ciudad reconstruida y no mantiene apenas sí ;mbolos históricos. Desde Bruselas en avión hasta Varsovia y de ahí un tren unas 5 horas hasta Cracovia. El tren es de esos de película, con un pasillo lateral con pequeños compartimientos para seis. Andando por la calle se puede apreciar la pobreza del país, en sus calles, los coches, la gente... Yo, como espanyolito, puedo vivir allí con muy poco dinero. Me pude permitir ciertos excesos. La comida, la bebida y el alojamiento es barato. Lo del alojamiento es anecdótico, porque en las estaciones de trenes o autobuses hay gente polaca que te ofrece habitaciones, a veces son habitaciones de sus propias casas. Suelen ser bastante pesados y liosos, pero sinceros. En cambio, los precios en las tiendas de ropa son como en España. Respecto al idioma, muy pocos saben inglés y los que saben, conocen lo justo por el empleo que desarrollan. La gente joven si que habla inglés y además bastante bien.

Sin duda, lo más impresionante de Cracovia es la posibilidad de acercarte a los campos de concentración y exterminación de Auschwitz y Birkenau. Se puede ir en autobús pero a nosotros se nos ofreció un lugareño a llevarnos en su coche. Dudamos y estuvimos regateando el precio. Al final fuimos con él con la incertidumbre de si era o no una buena decisión, lo fue. El hombre hablaba bastante bien inglés y aparte de llevarnos a los campos de concentración en la mitad de tiempo que el autobús, nos fue explicando todo lo que íbamos viendo, la historia de los campos y también nos contó algo de su vida privada. La primera parada, Auschwitz, el campo de concentración. Este campo se mantiene como originalmente, sólo que en el interior de los edificios esta adaptado para salas con vitrinas, donde se pueden ver una cantidad descomunal de objetos personales de aquellos que pasaron por ahí, documentos, fotografías de todos los presos, etc. Lo más impactante el crematorio. Es difícil explicar con palabras como se te queda el cuerpo una vez que terminas la visita. Helado y no únicamente del frío. Sinceramente no se si volvería a ir, pero al menos deberíamos ir una vez en la vida para ver y sentir lo que allí se sufrió. La visita no termina aquí, a pocos kilómetros se encuentra el campo de exterminación de Birkenau. No me quedaban ganas de seguir viendo más, fue suficiente. Birkenau o Auschwitz II tiene una superficie enorme, nuestro guía nos dio una vuelta con el coche para que comprobáramos con nuestros propios ojos la extensión. Aquí todo se mantiene tal cual, los barracones, las vías del tren, las vallas… menos las cámaras de gas, que fueron destruidas y sólo se puede apreciar las ruinas. Aquí se respira un silencio infernal agravado por la caída del sol y la entrada de la noche que marca el momento de marchar…

 
Foto: Jaume Quiles

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