16 de febrero de 2005
Contra la pareja por Carlos Cebrián

Siempre nos han embaucado en la creencia de que la base fundacional de la sociedad es la familia, y el pilar de la familia es, o sería, la pareja, fundamentada en el amor, en la entrega abnegada al otro. Sin entrar ahora, siquiera, a valorar el modelo de pareja adoptado, elegido, sirva este canto de refutación de la pareja.

En verdad, al ser humano le gusta, le sirve, engañarse a sí mismo, ir en contra de su condición. Dicen también, he oído decir, que el sexo es parte del amor, pero no el amor mismo. Y yo aquí os digo que es el amor el principio de todo mal. El ser humano es individualista, y, como individuo, su primer pensamiento-sentimiento es él mismo, su protección, su perpetuación. Por ello es egocéntrico, ególatra. Nada más antinatural que la pareja cimentada en el amor convencional, tal como lo conocemos. Desde siempre lo natural es el apareamiento, que no emparejarse; apareamiento: un hecho sustancialmente sexual, que no amoroso. La familia es la piedra angular de la perpetuación de la especie, todo lo demás es literatura, filosofía, religión, ignorancia, ficción. El amor es una pulsión poética, un celo tamizado por el intelecto que huye de su condición meramente animal. Una sexualidad inventiva, conveniente y al servicio de la demagogia humana. Una mentira que nos alivia, que nos lleva a intelectualizar el instinto, convirtiéndolo en sentimiento. Nada más caduco que el amor. El intelecto, el progreso filosófico del ser humano nos ha traído la tristeza ó peor la desgracia. Eso nos lleva a auto-evaluarnos, a compararnos, a convertir el placer en otro sentimiento, en emoción, despojándolo se su primigenia cualidad instintiva. Aquel que busca el placer es considerado depravado en nuestra sociedad. Aquellos que lo convierten todo en compromiso y obligación, en fidelidad, son los moralmente correctos, pero ellos saben que también sufren para redimir su pulsión humana. Ahí radica el conflicto, en la aspiración de domeñar esa pulsión. El ser humano es irreductible e individualista. El amor fue inventado por algún poeta mediocre, mentiroso y soñador, aquel poeta que nos infligió la belleza, su necesidad irreal, aquel que hizo de la vida, mala literatura, su obra maestra.

Amar es aspirar al dominio. Puro egoísmo racionalista. Pura individualidad. Una quimera maldita., olvidaos, amigos, sed buenos y listos, no os enamoréis, reconoced los cepos y evitadlos, id libres, felices, ignorantes, solos.

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