12 de octubre de 2004
Hurgando en la basura por Pere Vicente Cada noche sacamos a la calle nuestra molesta bolsa de maloliente basura. Con asco, cuidando de no manchar el suelo del ascensor con los asquerosos líquidos que traspasan el plástico, restos de todo lo inimaginable producido en la cocina en 24 horas, depositamos la molesta carga en el contenedor o en la acera y.... con la salida del sol del nuevo día se produce el milagro: la montaña de pestilentes bolsas ha desaparecido, el aire es limpio, ni rastro del problema. Aunque los R S U (Residuos Sólidos Urbanos) sólo representan la punta del iceberg en el global de residuos y sustancias diversas que se vierten al medio ambiente, éstos suelen ser muy visibles y molestos para los "urbanitas" que los producimos. Una media de 1' 5 kilos de basura por habitante al día nos puede dar un cálculo matemático del volumen del problema en el que estamos implicados como responsables todos los actores de la sociedad, es decir: el fabricante/productor del residuo, el consumidor y las autoridades. ¿Culpables o víctimas? A veces se nos dice que todos somos culpables del problema porque lo producimos la gente en general pero vamos a averiguar, hurgando un poco para profundizar en el tema. Aparte de alguna gente desaprensiva que deja sus desperdicios donde sea cuando va de acampada o playa, la población en general deposita su basura más o menos donde y como se le ordena. Y lo que es aún más "exculpante": produce los residuos de la única manera que se le facilita con el modelo único de consumir que se ha impuesto en el mundo moderno. Los ciudadanos consumidores /contribuyentes nos encontramos en este tema entre dos aguas. Por una parte estamos ante unos políticos dirigentes tecnócratas que no escuchan ni atienden a planteamientos y alternativas saludables desde sectores ecologistas en los que se considera que la basura es un tesoro y siguen con la vieja teoría de que la basura es algo inservible y a "eliminar" de la forma más técnica posible y sin implicar para nada al ciudadano en el proceso (excepto en lo económico), la solución cómoda que ellos ven. Y por otra parte nos encontramos ante unos fabricantes ávidos en ganar dinero que cada día nos venden más basura junto a los productos que consumimos, ya más de la mitad de la bolsa de nuestra basura diaria corresponde a restos de envases no retornables. De lo que se deduce que, con el sistema de envases imperante de "usar y tirar", los consumidores con nuestro dinero financiamos la basura producida a la que después (pagando nuevamente con nuestros impuestos) desde los ayuntamientos se tratará de eliminar. Y habría que añadir, como otro agravio añadido sobre el timado consumidor, el deterioro de la calidad de vida de la gente debido al deterioro ambiental que este proceso crea. En este contexto nos encontramos bastante indefensos ya que, estemos o no concienciados del problema de la basura, nuestros residuos van al mismo sitio y vienen en origen del mismo sitio. No hay distinción ni alternativa para consumir y vivir de otro modo al menos que consigamos convencer al poder de ello. |