14 de enero de 2005
La 5ª estación por Carlos Cebrián

A Joel Cebrián Martínez.

No es la Navidad mi estación preferida del año. La navidad es una subestación dentro de otra estación, el invierno. Pero yo diría que tiene, casi, cualidad de estación independiente, denominándola por ello la 5ª estación. Decía que no es mi estación preferida y no acudiré a tópicos para justificarme, nada tiene que ver mi rechazo con las cansinas campañas comerciales, ni el consumismo bastardo que nos abruma a todos, ni los pueriles y ñoños cuentos de Navidad que nos cercan, que nos invaden desde las televisiones y desde las radios. Es algo más profundo, tiene que ver con el sentimiento, con el espíritu navideño, con su carencia o ausencia. No siento ese espíritu, no me causa ternura. Me inspira, eso sí, la obligación de pasar la Nochebuena en casa de mi madre, con alguno de mis hermanos, con mis sobrinos, para así recogernos alrededor de la mesa y sentirnos familia por un día, rodeados de nosotros mismos, sin más seres queridos cerca que nosotros mismos, como decía. Para mí es inexcusable cenar en casa esa noche, por encima de la justicia igualitaria -un año aquí y otro en casa de los suegros- por encima de la felicidad junto a mi esposa, por encima de alegrías o penas o villancicos. Es una herida que supura, un sentimiento compasivo hacia mi familia y propiamente autocompasivo.

Solamente recuperé ese espíritu ayudado por el nacimiento de mis sobrinos, y sólo durante el tiempo en que ellos creyeron en Papá Noel y los Reyes Magos, tiempo en el que me erigí en el responsable de mantenerles creyentes en su sana mentira, eligiéndoles los regalos y haciéndoles partícipes de una entusiasta fe en la navidad, una fe que yo mismo había perdido desde hace años. Pero mis sobrinos han crecido y ya no creen en más rey mago que en mí, en "las estrenas" que puedo ofrecerles cada Navidad. No es culpa de ellos, por supuesto; mi creencia se sustenta en utopías, en ingenuidades como cuando era niño. Mi padre me mantuvo en la mentira hasta los 10 años, y me sacó de la ilusión haciéndome ver que por mí mismo ya debería haberlo sabido, con enfado y en mi opinión con decepción y crueldad.

En fin, fui feliz desvelándome cada noche del 24 de Diciembre y 5 de Enero durante algunos años, convirtiéndome en el impostor que colocaba los regalos en el salón de la abuela, fui Feliz.

Por suerte , este año, volveré a sentir esa felicidad ingenua y utópica, porque desde hace menos de 1 año ha llegado a mi vida otro sobrino, hermoso, al que poder engañar durante unos años, y me gustaría decirte Joel, que sí, que aunque aún no lo comprendas, existen los Reyes Magos y Papá Noel también, existen para mí, por ti, para ti. Espero poder aprovechar estos años que nos quedan de complicidad hasta que crezcas demasiado.

15 DE DICIEMBRE DE 2004

Carlos Cebrían es miembro de la A.C. Ediciones Frutos del Tiempo de Elche y ha publicado recientemente el poemario Celebración del milagro editado por la Editorial Celya en la colección Generación del vértice. Para más información: www.editorialcelya.com

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