6 de diciembre de 2005
Ultramarinos por Javier Navarro 12:35 de la mañana. El detective Sherlock Holmes sale de su casa. Ataviado con su pipa y su característica gorra de Sherlock Holmes, se dirige a la tienda de ultramarinos de la esquina: VENDEDOR: (Canta o dice algo). Buenos días, señor Sherlock Holmes. S.H.: Buenos días. V: ¿Qué le pongo? S.H.: Pues no sé, a ver a ver ... ¿A cuánto está ese jamón? V: ¿Este? Este es un poco caro, a 150 el kilo. Es que es de pata negra. S.H.: ¿De bellota? V: No, no, pata negra. Lleva tres años colgado en la trastienda y se ha llenado de mugre. S.H.: Ja, ja, ja. Qué guasa, qué guasa. Ay! qué guasón que eres, qué guasón. Anda, ponme un cuarto. V: ¿Un cuarto de baño o un cuarto menguante? S.H.: Ja, ja, qué guasa, qué guasa tienes, qué guasón, qué guasón. ¿Y de queso, qué tienes? V: Pues tengo muchas clases de queso: el queso de cabrales, el queso emental de holanda, el queso de Burgos, el que sobró ayer… S.H.: Ja, ja, ja, qué guasa. Qué guasón que eres, qué guasón. V: Bueno, entonces, ¿qué queso te pongo? S.H.: El emental, querido guasón, el emental. |