25 de abril de 2005
Homo sapiens por Exequias

Trabajemos sobre nuestro sistema modelo. Se aísla del exterior por un conjunto de células especializadas en la producción de queratina, su medio interno consta de alrededor de un 60% de agua en la que se ven disueltos diferentes metabolitos con diferentes funciones corporales, a la par, existen también variados tipos celulares componiendo tejidos, y éstos, órganos con funciones varias.

Nuestro sistema tan solo recoge del exterior materias primas compuestas de carbono, nitrógeno y elementos esenciales por medio de la comida, también captamos el oxigeno necesario para oxidar en nuestras mitocondrias todas esas masas orgánicas llamadas alimentos y por último se aprovisiona de información externa tanto en su forma más arcaica, como son la química y por presión, como con sus órganos más sofisticados, captando longitudes de onda entre el visible y las audibles.

Expulsa al exterior, cual bolsa de transformación metabólica, dióxido de carbono, productos de excreción, calor y sonidos con significación cultural.

Esto es el hombre, el que crea y destruye, el que se siente el centro del cosmos por valorarlo con sus propias herramientas del raciocinio, y es ahí donde algunos señalan que radica su gran estado evolutivo, en el pensamiento...en unos simples reordenamientos de receptores de membrana neuronal, en unos pocos flujos de calcio intracelular que empujan vesículas de neurotransmisores hacia ese espacio presináptico que algunos lo tachan ya de mágico. Hemos llegado a las edades de la oscuridad, donde ni lo espiritual ni lo místico tiene cabida, se acabó.

Es hora de asimilar que tan solo somos sacos de combustión metabólica y que es ese preciso mecanismo que nos ayuda a subsistir en la pobre lucha contra la entropía, el que nos destruye por la acción de la oxidación y que lo único que nos queda, mientras giramos en una olvidada piedra en torno a una nube de helio e hidrógeno que se colapsa continuamente, es encontrar a otro sistema de flujos que quiera compartir nuestros gametos, nuestras pequeñas e incompletas partes de nosotros mismos, para poder así colonizar y colonizar más aún, gracias al maravilloso invento de la recombinación genética, esta piedra casi muerta, o quizás, futuras victimas en el vacío estelar.

Somos sinapsis perdidas en el tiempo.


Desasosiegos en las cálidas tardes de domingo frente al mar de ozono.
Radic Vojnovic

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