17 de enero de 2005
Si diez años después por Juan Pablo Cantero

… Te vuelvo a encontrar en algún lugar. Así cantaban Los Rodríguez, aunque detrás de esa frase se escondía una canción de amor, y en mi reflexión amor hay más bien poco. El martes al mediodía salí feliz del trabajo, tocaba comer en casa y olvidar las obligaciones laborales durante el resto del día. Al llegar al buzón me sorprende una carta de la Asociación de Antiguos Alumnos de mi instituto, vaya, un lugar en el que tan sólo estuve un año, C.O.U., pero mi instituto al fin y al cabo. La abro, sin saber a las claras qué podría haber dentro, pero con la tensión propia de esos casos. Mil ideas cruzaron por mi cabeza, tengo la costumbre de pensar mucho y muy rápido, así que imaginé todo lo imaginable, bueno no, lo que no me imaginé es justo lo que encontré.

Un jarro de agua fría, un shock, un palo, un golpe seco en la boca del estómago, una noticia que me obligó a sentarme para no caerme al suelo. Dicen que el tiempo pasa rápido, que en ocasiones olvidamos lo efímero de lo vivido, tachamos fechas en el calendario, sin darnos cuenta de que crecemos, que dejamos de ser esos adolescentes soñadores, utópicos e inconscientes, para pasar a ser esos adultos soñadores, utópicos e inconscientes que no han madurado ni quieren hacerlo. Ése es mi caso, el mito de Peter Pan, las pocas ganas de poner seriedad a la vida, la necesidad de seguir jugando… así que cuando abrí el sobre y vi que ya hacía diez años, mejor dicho ¡diez años!, desde que dejé el instituto camino de la Universidad, se me cayó el alma a los pies. Qué razón había en esas palabras: “creíamos que nos íbamos a comer el mundo, ni siquiera conocíamos los móviles ni a Boris Izaguirre”.

Han pasado diez años desde que estudié ahí, creyendo, confiando, en que mi elección universitaria sería la correcta. Sí, puede que eso no lo eligiera mal, porque hice lo que quería hacer desde que tenía uso de razón, pero la vida me ha dirigido a mí, no yo a ella. Y en diez años han pasado tantas cosas que podría hacerme pasar por un “abuelo cebolleta” y empezar a contar anécdota tras anécdota, con el consiguiente bostezo de los más jóvenes, que ya me llaman incluso de usted. Me he hecho mayor y no me he dado cuenta. Madurar es otra cosa, pero crecer he crecido. Han pasado diez años, gobiernos distintos, escándalos , guerras, atentados, victorias y derrotas deportivas, miles de películas, series de televisión, televisión basura, conciertos de música, bodas, bautizos , comuniones, entierros, viajes, aventuras, amores, odios. Diez años son muchos años, porque pensándolo bien, ¿qué hacíamos un día como hoy de hace diez años? Ni móviles, ni DVD´s, ni internet, ni todos esos avances tecnológicos que son ahora como el pan nuestro de cada día.

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