– Hola.
– Hola.
– ¿Qué tal?
– ¿Qué tal? ¿Por qué me preguntas eso? ¿De verdad quieres saber mi estado anímico? No, déjame contestar por ti. No te importa como estoy, ni que siento, ni que pienso... Tan solo me haces esa estúpida pregunta por seguir una rutina. Una rutina que te ves obligada a seguir “porque todos lo hacen”. Así que hazme un favor y hazte un favor: no me vuelvas a hacer esa pregunta, y pregúntate a ti “¿Qué tal?”.