30 de agosto de 2005
SIN CITY por Daniel Vargas

La unión hace la fuerza

La espera ha valido la pena. Hacía tiempo que se rumoreaba que alguien había comprado los derechos del cómic de Frank Miller para ser llevado a la pantalla. El proyecto llevaba años circulando por los despachos de los productores de Hollywood sin llegar a puerto. Pero no fue hasta que Robert Rodríguez se encaprichó con “Sin City” que fue tomando forma. Tengo que aclarar que soy un fan de Frank Miller y que sigo con interés toda su magnífica obra. Desde “Batman Darknight”, pasando por “Hardboiled” o “Ronin”, ya sea como guionista ajeno o propio, todos los cómics de Frank Miller me parecen maravillosos. Cuando compré la primera edición de “Sin City” en formato grande, aquello me pareció grandioso.

Pues bien, “Sin City” me parece una de las mejores adaptaciones de cómic que se han hecho en cine. Robert Rodríguez ha conseguido hacer lo que nadie había logrado antes. Si bien es cierto que ya había antecedentes (recordemos el horroroso Dick Tracy) que habían sentado las bases, hasta ahora nadie se había atrevido a “calcar” las viñetas del cómic y llevarlas tal cual a la gran pantalla. Para ello, Robert Rodríguez se ha empeñado en permanecer absolutamente fiel al espíritu original del cómic, conservando todos sus hallazgos visuales de claroscuros y composiciones estilizadas.

No en vano, la película ha sido dirigida a tres bandas: Frank Miller, Robert Rodríguez y Quentin Tarantino, de quien dicen que ha rodado enteramente una historia. Entre los tres han logrado abrir una nueva vía, nuevos caminos que apuntan una nueva era en lo que a técnica se refiere. El rodaje de la película se ha hecho exclusivamente con una pantalla azul donde posteriormente se han ido insertando todos los decorados dibujados. El efecto que se ha logrado es sorprendente. Los planos de las secuencias son exactamente igual que las viñetas del cómic original. Esto puede producir en el espectador un poco de fatiga visual ante tanta fascinación. Ciertamente, puede llegar a cansar un poco, pero su atractivo sigue inalterable. Algunos pondrán el grito en el cielo ante tanta violencia gratuita y ante los estereotipos del cine negro (la voz en off, los clichés, etc.), pero no se le puede reprochar nada. El cómic era igual de violento y que yo sepa no fue censurado. Otros pueden objetar que no se haya realizado una sola historia, sino que se han adaptado tres historias de Sin City “La novia vestía de rojo”, “Sin city, La gran masacre” y “Ese bastardo amarillo”) pero todos sabemos que nunca llueve a gusto de todos.

Los actores están todos estupendos, desde Bruce Willis, pasando por Clive Owen hasta Benicio del Toro, se entregan y se meten en la piel de estos desheredados y tíos duros con pistola. La sorpresa ha sido reencontrarse (¿es que se había ido?) con Mickey Rourke, en el papel de Marv, el bruto con corazón de oro, en una de las mejores historias de la película. Es posible que después de este renacimiento podamos ver (o sufrir según se mire) a Rourke en más papeles. Recomiendo pues Sin City a todos los amantes del cómic y de la serie negra ultraviolenta.

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