Interesante propuesta

Parece ser que está empezando a proliferar una nueva corriente en Estados Unidos, que podría calificarse como “cine post-11 de Septiembre”. Me explicaré. A raiz de los atentados de las Torres Gemelas, ha surgido un pensamiento autocrítico que cuestiona el proceder de la gran fuerza Norteamericana en la política actual. Dentro de este movimiento englobaríamos claro está a “Fahrenheit 9/11” de Michael Moore, “La ultima noche” de Spike Lee, “Land of freedom” de Wim Wenders, y más películas que tienen como fondo la desazón del sueño americano hecho pedazos. “Plan de vuelo: desaparecida” podría enmarcarse dentro de este grupo, aunque es un tema muy secundario, bien es cierto que el “mensaje” de la película es cuestionar las actuales medidas de seguridad aérea a raíz de estos atentados además de una leve crítica sobre el racismo existente hacia los árabes. Es curioso, como la realidad siempre supera la ficción, pues hace poco, fue abatido a tiros un pasajero que sufría trastornos mentales al ser confundido con un terrorista.

“Plan de vuelo: desaparecida” (otro título espantoso para añadir a la larga lista de traducciones infames) funciona como un thriller que no decae en ningún momento, proponiendo una intriga amena que mantiene el interés y se sigue hasta el final. La película combina la trama del “falso culpable” cuyo maestro indiscutible fue Hitchcock, con otra trama menos interesante que es la de los secuestros aéreos. Los mejores momentos son cuando la protagonista, una excelente, aunque ajada, Jodie Foster, cuestiona su propio equilibrio mental. Esta parte es la más lograda de la cinta y remite a aquel famoso episodio de “En los límites de la realidad” cuyo pasajero histérico y neurótico, hacía pasar un mal rato al espectador. Hasta ahí todo funciona de maravilla. Luego hay una vuelta de tuerca, y desgraciadamente deriva en la típica película de acción. Aún salvando este final, sin duda la concesión hollywoodiense, la película es una interesante propuesta que la aleja de otros bodrios a los que nos tienen acostumbrados los norteamericanos.