25 de abril de 2005
ASALTO AL DISTRITO 13 por Daniel Vargas

Hollywood. La máquina de hacer "remakes"

Huelga decir de antemano que nunca he entendido el “remake”. Para mí, no tiene ningún sentido volver a rodar la misma película otra vez. Salvo alguna que otra honrosa excepción, como “La invasión de los ultracuerpos”, “La mosca” o “El hombre que sabía demasiado” (sólo un director como Hitchcock se pudo permitir el lujo de volver a rodar otra versión de su obra, consiguiendo un resultado superior) un remake es siempre inferior al original. Ahí tenemos la espantosa “El planeta de los simios” de Tim Burton para confirmarlo. La mayoría de las veces se trata de una copia innecesaria, y cuando termina la película una pregunta asalta tu mente ¿Porqué lo han hecho? ¿Es que no estaba bien la antigua?. Adentrarse pues en el terreno del remake puede ser algo complicado y tortuoso, porque siempre habrá un modelo que comparar y como todos sabemos, las comparaciones son odiosas.

Asalto al distrito 13 retoma el planteamiento original de John Carpenter, que a su vez era un “remake” más o menos disimulado de “Río Bravo” de Hawks. Pero donde en Carpenter había talento, oficio y una maravillosa mezcla de géneros (policíaco, western, terror) aquí se convierte en un resultado cuanto menos decepcionante. Aunque la película se siga con cierto interés y entretenimiento, acaba por ser devorada por la nueva moda de Hollywood, empeñada en llenar cada fotograma de violencia y acción.

Se ha tratado de dar alguna entidad al producto, como el hecho de introducir algunos cambios notables. El jefe de la comisaría que era negro aquí es blanco, y el preso criminal que era blanco, aquí es negro. Puede parecer una tontería, pero altera completamente el sentido original. En la película de Carpenter, los asaltantes eran casi invisibles, se les intuía, se les percibía, pero nunca se llegaban a ver claramente. Aquí son protagonistas absolutos, y las armas con silenciador de la primera parte, dejan paso al sofisticado armamento moderno. El hecho de verlos continuamente y a su jefe (un espantoso Gabriel Byrne, empeñado en destrozar su carrera) hace que la sensación de ambigüedad y de miedo desaparezca. También en este aspecto se ha tratado de dotar alguna psicología a los personajes para dar algo de sentido a la trama. Ethan Hawke, más demacrado que nunca, interpreta al jefe de la comisaría, un policía con un pasado traumático. Lawrence Fishburne interpreta al preso criminal con más esfuerzo que convicción (me parece que todavía lo vamos a seguir asociando con su personaje de “Morfeo”).

Pero todos estos añadidos no sirven para hacernos olvidar al original, sino todo lo contrario, para potenciarlo. Cuando estaba viendo la película no podía dejar de pensar en los pocos medios y el bajo presupuesto con que contó Carpenter para rodar Asalto a a la comisaría del distrito 13. En la nueva versión hay un amplio derroche de medios y de holgado presupuesto pero esto no ayuda, más bien perjudica. Entonces me asaltaron las misma preguntas: ¿Porqué lo han hecho? ¿Es que no estaba bien la antigua?

Hacedme caso, conseguid una copia de “Asalto a la comisaría del distrito 13” de John Carpenter y volved a visionarla antes que gastar dinero inútilmente viendo esta peliculita entretenida para un sábado por la tarde.

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